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En la obra, la prosa avanza con diálogos punzantes, con referencias literarias (Plath, Highsmith, Lucia Berlin) y con un humor negro que ilumina lo macabro, hasta que aparece Lucía, la víctima que se convierte en amante y que da la vuelta al relato en un ejercicio de equilibrio entre el absurdo y la emoción. Confieso que a ratos me reí y a ratos me conmoví.
No importa cuántas veces se repita la misma escena, la ternura siempre llega como un cuchillo envuelto en papel de regalo
Y no es solo mi impresión, porque como decía brevemente Mónica Ojeda en la faja del libro, la autora “Sabe muy bien cuál es la gran disyuntiva de nuestras vidas: salvar o matar a nuestras madres. Es divertidísima: léanla".
Sin embargo, confieso que, aunque me la leí de corrido y reconozco la frescura de su propuesta, no me ha maravillado del todo: algunos pasajes me resultaron demasiado cercanos a la novela romántica juvenil y me sacaron del ambiente oscuro que más me atraía, lo que hace que mi entusiasmo no sea absoluto. En esta misma línea crítica, el blog Un libro al día lo ha sabido expresar con mucho humor:
Seguro que a más de un lector o lectora le resultarán de lo más satisfactorio estos momentos y diálogos -y no me refiero a las escenas eróticas, bastante logradas, por lo demás-, pero a mí, que ya soy todo un señoro que perfectamente podría tomarse un brandy Soberano en cordial sobremesa con Pérez-Reverte, me han parecido morralla que le sobra a una novela que muestra otras virtudes interesantes.
Aun así, reconozco que es un libro ágil, entretenido, perfecto si quieres una obra que enganche o para abrir en una tumbona este verano, dejarse atrapar por su mezcla improbable de humor y ternura, y devorarlo sin culpas mientras suena de fondo el chapoteo de la piscina. Seguiré muy pendiente de las próximas obras de esta autora porque promete.
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