Cadáver exquisito

 Cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica, nos lanza a un mundo distópico donde un virus ha vuelto incomestible la carne animal, y la humanidad responde con una solución brutal: legalizar la cría, faena y consumo de seres humanos.

Agustina Bazterrica, fotografía de Victoria Iglesias

DATOS DEL LIBRO:

Autora: Agustina Bazterrica
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2018
Páginas: 249

La reseña puede contener spoilers

    Cadáver exquisito es una novela que se lee con la incomodidad de quien observa un espejo deformante y descubre que en realidad refleja lo real. No busca el golpe fácil: quiere que el lector se quede a vivir en la incomodidad.

    Desde el inicio, el lenguaje se convierte en protagonista. “Enseñar es peor que matar”, afirma una de las frases más inquietantes del libro. El poder de las palabras no es inocente: 

hay palabras que encubren el mundo. Hay palabras que son convenientes, higiénicas. Legales

    La autora muestra cómo un sistema entero puede sostenerse gracias a un léxico que limpia y normaliza lo innombrable: no se trata de “canibalismo”, sino de “transición”. Un término vacío, dice Bazterrica, que reduce lo inconmensurable a un cambio burocrático.

Tres escenas quedan tatuadas en la memoria:

  1. El silencio impuesto a las criaturas genéticamente modificadas para no tener cuerdas vocales. Un horror frío, diseñado para que ni siquiera el grito recuerde la humanidad de la víctima.

  2. La naturalización gradual del consumo: primero filetes discretos, luego manos, incluso penes, hasta que la costumbre anestesia todo espanto.

  3. Y Jazmín, la mujer que Marcos mantiene en su casa, que parece devolverle algo de amor y humanidad, pero termina reducida al rol de vientre: un cuerpo útil para perpetuar la lógica del sistema.

    Lo que late en el fondo es un cuestionamiento feroz: ¿qué pasa cuando el capitalismo y el consumo se colocan por encima de cualquier ética? La novela señala, sin ambages, las grietas de un mundo en el que los vientres subrogados, la explotación y la mercantilización de la vida misma ya no parecen tan lejanos.

    Cadáver exquisito no es solo una distopía perturbadora: es un espejo incómodo que nos obliga a mirar las formas en que la sociedad normaliza la violencia bajo palabras bonitas y mercados prósperos.

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