Lo que más me gustan son los monstruos no se parece a nada. Emil Ferris convierte un cuaderno escolar en un universo vibrante, un diario íntimo donde dibujo y palabra se confunden para contarnos la vida de Karen Reyes, una niña de diez años que se sueña mujer lobo y que observa el mundo desde los márgenes.
Autora: Emil Ferris
Traductora: Montserrat Meneses Vilar
Editorial: Reservoir Books
Año de publicación: 2018
Páginas: 416
Karen vive en el Chicago de los años sesenta, entre la pobreza, el racismo, la violencia callejera y los secretos de familia. Lo monstruoso es su refugio: adora las películas de terror de serie B, dibuja vampiros y hombres lobo, y así traduce lo que no entiende del mundo adulto.
Cuando su vecina Anka, una superviviente del Holocausto, aparece muerta en circunstancias sospechosas, Karen decide investigar. Pero su investigación es también un viaje interior: cada página nos muestra cómo una niña transforma el dolor y el miedo en imágenes que, aunque grotescas, iluminan la verdad.
Tres momentos que permanecen
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El diario dibujado a bolígrafo, con sus páginas saturadas de trazos nerviosos y monstruos que se entrelazan con apuntes cotidianos, como si la imaginación fuera la única manera de procesar lo insoportable.
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La figura de Anka, cuya vida marcada por la guerra y la persecución nazi rompe la inocencia de Karen y nos recuerda que los horrores reales siempre superan a los inventados.
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Karen como mujer lobo, máscara y escudo que la protege de un mundo que la hiere, pero que también le da fuerza para mirar de frente lo que otros callan.
Ferris nos entrega una novela gráfica que es, al mismo tiempo, una confesión, una investigación policial y un manifiesto artístico. No se limita a contar una historia: la dibuja con intensidad, hasta el punto de que el propio objeto-libro parece una criatura viva.
Lo que más me gustan son los monstruos – Parte 1 no busca agradar ni ser cómoda. Nos coloca frente a la pregunta de qué significa ser monstruo: ¿es un disfraz infantil o la única manera de enfrentar un mundo que se alimenta de silencios y violencias?
Esta primera parte de la obra de Emil Ferris es ya un clásico contemporáneo. Una experiencia lectora que se mira, se toca, se habita, y que nos obliga a pensar que quizá los monstruos que inventamos son menos terribles que los que hemos creado como sociedad.
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